‘Este cuerpo no es mío.
No estoy limitado por este cuerpo.
Yo soy vida infinita.
Nunca he nacido y nunca moriré.
Observo al océano y al cielo tupido de estrellas,
Manifestaciones de mi verdadera mente maravillosa.
Yo soy libre desde antes que existiera el tiempo.
Nacimiento y muerte son sólo puertas por las que todos
pasamos,
umbrales sagrados en nuestro viaje.
Nacimiento y muerte son
el juego de esconderse y encontrarse.
Así que ríe conmigo,
Toma mi mano-
Digamos adiós uno al
otro
para volvernos a encontrar pronto.
Mañana nos encontraremos nuevamente.
Nos
encontraremos en el núcleo de
cada momento.
Nos volveremos a encontrar en todas las forma de vida.’
Thich Nhat Hanh
Del
libro-La Muerte es una Ilusión- de Thich Nhat Hanh. p 199- del capítulo: Acompañando al moribundo. –‘
canción compuesta con las enseñanzas del Sutra dirigido a los moribundos- del
Anguuttara Nikaya. Se puede recitar este verso a alguien que esté a punto de
exhalar su último suspiro.’
La primera
estrofa puede repetirse con’ Estos ojos… estos oídos… esta nariz… Esta lengua…
Esta mente… Estas formas… Estos sonidos… etc., en lugar de decir: ‘Este cuerpo’
( por ejemplo: ‘Yo no soy estos ojos, no estoy atrapado por ellos…)
Si recitas este canto a u moribundo le ayudarás
a dejar de pensar que tiene una identidad permanente ligada a cualquier parte
del cuerpo o de la mente. Todas las cosas compuestas acaban descomponiéndose,
pero nuestro verdadero yo no desaparece en el olvido. Esta clase de meditación
dirigida nos ayuda a evitar quedar atrapados en la idea de que somos este
cuerpo, estos pensamientos y estas emociones. En realidad no somos todas estas
cosas. Nuestra vida es ilimitada. No estamos atrapados en el nacimiento ni en
la muerte, en el ser ni en el no-ser. Esta es la verdad de la realidad. Las
cosas son impermanentes y no sabemos cuándo respiraremos por última vez.
Aprende a practicar el observar las cosas a fondo y a comprender la verdadera naturaleza del
nacimiento y de la muerte, así podrás morir serenamente y sin miedo. Y al
liberarte del miedo podrás ayudar a cualquiera que se esté muriendo… ‘
Es
totalmente posible llevar una vida feliz y morir con serenidad. Lo logramos al
ver que seguimos manifestándonos bajo otras formas. Si tenemos los elementos de
la solidez y de la ausencia de miedo en nosotros, podremos también ayudar a los
demás a morir serenamente. A muchos de nosotros el no-ser nos asusta. Y este
miedo nos hace sufrir mucho. Por eso es necesario revelar al moribundo la
realidad de que somos una manifestación y una continuación de muchas
manifestaciones. De este modo el miedo que nos producen el nacimiento y la
muerte no son más que ideas. Es una percepción muy importante que puede
liberarnos del miedo… del libro:La muerte es una ilusión. Capitulo: Acompañando
al moribundo
MN 143
{11M.5.1,383-388} Anathapindikovada Sutta – Consejos a Anathapindika
El Venerable Sariputta es llamado a acudir al lecho de
muerte de Anathapindika, donde le ofrece un conmovedor discurso sobre el
desapego.
[1] {383} Así he oído. En una ocasión el Bienaventurado
estaba viviendo en Savatthi en la arboleda de Jeta, en el parque de
Anathapindika.
[2] En esa ocasión el hombre hogareño Anathapindika
estaba afligido, sufriendo y gravemente enfermo. Entonces se dirigió a cierto
hombre así: “Ve, hombre de bien, ve al Bienaventurado, ríndele homenaje en mi
nombre poniendo tu cabeza en sus pies y di: ‘Venerable señor, el hombre
hogareño Anathapindika está afligido, sufriendo y gravemente enfermo, él le
rinde homenaje colocando su cabeza a los pies del Bienaventurado’. A
continuación dirígete al Venerable Sariputta, ríndele homenaje en mi nombre
poniendo tu cabeza a sus pies y di: ‘Venerable señor, el hombre hogareño
Anathapindika está afligido, sufriendo y gravemente enfermo, él le rinde
homenaje colocando su cabeza a los pies del venerable Sariputta’. Una vez hecho
esto di: ‘Sería bueno, venerable señor, si el venerable Sariputta viniera a la
residencia del hombre hogareño Anathapindika, por compasión’”.
“Sí, señor”, respondió el hombre y se dirigió al
Bienaventurado. Después de rendir homenaje al Bienaventurado, se sentó a un
lado y dio su mensaje. Luego se dirigió al venerable Sariputta y, después de
rendir homenaje al venerable Sariputta, entregó su mensaje diciendo: “Sería
bueno, venerable señor, si el venerable Sariputta viniera a la residencia del
hombre hogareño Anathapindika, por compasión”. El venerable Sariputta consintió
en silencio.
[3] {384} Entonces el venerable Sariputta se vistió y,
tomando su cuenco y hábito exterior, se dirigió hacia la residencia del hombre
hogareño Anathapindika, con el venerable Ananda como su asistente. Una vez
allí, se sentó en un asiento preparado para él y se dirigió al hombre hogareño
Anathapindika: “Espero que se mejore, hombre hogareño, espero que se sienta
cómodo. Espero que las sensaciones dolorosas estén disminuyendo y no aumentando
y que su disminución, no su aumento, sea evidente”.
[4] “Venerable Sariputta, no estoy mejorando, no me
siento cómodo. Mis sensaciones dolorosas están aumentando, no disminuyendo, su
aumento y no su disminución es lo que se hace evidente. Como si un hombre
fuerte partiera mi cabeza, abriéndola con una espada afilada, así de fuertes
son los vientos que atraviesan mi cabeza. No lo estoy soportando bien... Como
si un hombre fuerte apretara una correa de cuero duro alrededor de mi cabeza,
así de fuertes son los dolores que tengo. No lo estoy soportando bien... Como
si un carnicero experto, o su aprendiz, abriera el vientre de un buey con un
cuchillo afilado, así de violentos son los vientos que atraviesan mi vientre.
No lo estoy soportando bien... Como si dos hombres fuertes cogieran a un hombre
más débil por los dos brazos y lo asaran sobre un pozo de carbón caliente, así
de violenta es la quemazón en mi cuerpo. No lo estoy soportando bien, no me
siento cómodo. Mis sensaciones dolorosas están aumentando, no disminuyendo, su
aumento y no su disminución es lo que se hace evidente”.
[5]. “Entonces, hombre hogareño, deberías entrenar así:
‘No voy a aferrarme al ojo y mi conciencia no va a depender del ojo’ - [1]. Así deberías entrenarte. Deberías entrenar así: ‘No
voy a aferrarme al oído... No voy a aferrarme a la nariz... No voy a aferrarme
a la lengua... No voy a aferrarme al cuerpo... No voy a aferrarme a la mente y
mi conciencia no va a depender de la mente’. Así deberías entrenarte.
[6] “Hombre hogareño, deberías entrenarte así: ‘No voy a
aferrarme a las formas... No voy a aferrarme a los sonidos... No voy a
aferrarme a los olores... no voy a aferrarme a los sabores... no voy a
aferrarme a los objetos tangibles... No voy a aferrarme a los objetos mentales
y mi conciencia no va a depender de los objetos mentales’. Así deberías
entrenarte.
[7] “Hombre hogareño, deberías entrenarte así: ‘No voy a
aferrarme a la conciencia del ojo... No voy a aferrarme a la conciencia del
oído... No voy a aferrarme a la conciencia de la nariz... No voy a aferrarme a
la conciencia de la lengua... No voy a aferrarme a la conciencia del cuerpo...
No voy a aferrarme a la conciencia de la mente y mi conciencia no va a depender
de la mente’. Así deberías entrenarte.
[8] {385} “Hombre hogareño, deberías entrenarte así: ‘No
voy a aferrarme al contacto visual... No voy a aferrarme al contacto
auditivo... No voy a aferrarme al contacto olfativo... No voy a aferrarme al
contacto gustativo... No voy a aferrarme al contacto corporal... No voy a
aferrarme al contacto mental y mi conciencia no va a depender del contacto
mental’. Así deberías entrenarte.
[9] “Hombre hogareño, deberías entrenarte así: ‘No voy a
aferrarme a la sensación surgida del contacto del ojo... No voy a aferrarme a
la sensación surgida del contacto del oído... No voy a aferrarme a la sensación
surgida del contacto de la nariz... No voy a aferrarme a la sensación surgida
del contacto de la lengua... No voy a aferrarme a la sensación surgida del
contacto del cuerpo... No voy a aferrarme a la sensación surgida del contacto
mental y mi conciencia no va a depender de la sensación surgida del contacto
mental’. Así deberías entrenarte.
[10] “Hombre hogareño, deberías entrenarte así: ‘No voy
a aferrarme al elemento de la tierra... No voy a aferrare al elemento del
agua... No voy a aferrarme al elemento del fuego... No voy a aferrarme al
elemento del aire... No voy a aferrarme al elemento del espacio... No voy a
aferrarme al elemento de la conciencia y mi conciencia no va a depender del
elemento de la conciencia’. Así deberías entrenarte.
[11] “Hombre hogareño, deberías entrenarte así: ‘No voy
a aferrarme a la forma... No voy a aferrarme a la sensación... No voy a aferrarme
a la percepción... No voy a aferrarme a las formaciones mentales... No voy a
aferrarme a la conciencia y mi conciencia no va a depender de la conciencia’.
Así deberías entrenarte.
[12] {386} “Hombre hogareño, deberías entrenarte así:
‘No voy a aferrarme a la base del espacio infinito... No voy a aferrarme a la
base de la conciencia infinita... No voy a aferrarme a la base de la nada... No
voy a aferrarme a la base de la ni-percepción-ni-no-percepción y mi conciencia
no va a depender de la base de la ni-percepción-ni-no-percepción’. Así deberías
entrenarte.
[13] “Hombre hogareño, deberías entrenarte así: ‘No voy
a aferrarme a este mundo y mi conciencia no va a depender de este mundo. No voy
a aferrarme al mundo del más allá y mi conciencia no va a depender del mundo
del más allá’. Así deberías entrenarte.
[14] “Hombre hogareño, deberías entrenarte así: ‘No voy
a aferrarme a lo que se ve, oye, siente, conoce, encuentra, busca y examina por
la mente, y mi conciencia no va a depender de eso’. Así deberías entrenarte”.
[15] Cuando esto fue dicho, el hombre hogareño
Anathapindika lloró y derramó lágrimas. Entonces el venerable Ananda le
preguntó: “¿Se siente usted fracasado, hombre hogareño, se encuentra abatido?”.
“No me siento fracasado, venerable Ananda, no me
encuentro abatido. Aunque he esperado mucho tiempo al Maestro y a los monjes
dignos de estima, nunca antes escuché semejante charla sobre el Dhamma”.
“Esta charla sobre el Dhamma, hombre hogareño, no se le
da a los laicos vestidos de blanco. Esta charla sobre el Dhamma se da a
aquellos que han renunciado” - [2].
“Pues bien, venerable Sariputta, dejemos que esta charla
sobre el Dhamma pueda darse a los laicos vestidos de blanco. Hay miembros de
clan con poco polvo en sus ojos que se desvían por no oír [tales charlas sobre]
el Dhamma. Habrá los que entiendan bien este Dhamma”.
[16] {387} Entonces, después de haber dado al hombre
hogareño Anathapindika este consejo, el venerable Sariputta y el venerable
Ananda se levantaron de sus asientos y se fueron. Poco después de que se
fueran, el hombre hogareño Anathapindika murió y reapareció en el cielo Tusita.
[17] Cuando la noche estaba muy avanzada, Anathapindika,
ahora con la forma de un joven dios de bella apariencia, se dirigió al
Bienaventurado, iluminando toda la arboleda de Jeta. Tras rendir homenaje al
Bienaventurado, se puso de pie a un lado y se dirigió a él en verso:
“¡Oh! bendita es esta arboleda de Jeta
habitada sabiamente por el Sangha,
en donde reside el rey del Dhamma
la fuente de toda mi felicidad.
Por la acción, el conocimiento y el Dhamma,
por la virtud y la noble forma de vida,
por esto son los mortales purificados,
no por el linaje o la riqueza.
Por lo tanto, la persona sabia que ve
lo que realmente conduce a su propio bien,
debe investigar el Dhamma
y purificarse con él.
Sariputta ha llegado a la cima
en virtud, paz y sabiduría;
cualquier bhikkhu que transcienda,
a lo sumo, sólo le podría igualar”.
[18] Eso es lo que dijo el joven dios Anathapindika y el
Maestro lo aprobó. Entonces el joven dios Anathapindika pensó: “Mis palabras
han sido aprobadas por el Maestro”; rindió homenaje al Bienaventurado y,
manteniéndolo a su derecha, se desvaneció.
[19] {388} Cuando hubo terminado la noche, el
Bienaventurado se dirigió a los monjes: “Monjes, ayer por la noche, cuando la
noche estaba muy avanzada, vino a mí un cierto joven dios de bella apariencia
que iluminó toda la arboleda de Jeta. Tras rendirme homenaje, se puso de pie a
un lado y se dirigió a mí en verso tal y como sigue:
‘¡Oh! bendita es esta arboleda de Jeta…
... a lo sumo, sólo le podría igualar’.
“Eso es lo que dijo el joven dios. Entonces, el joven
dios pensó: ‘Mis palabras han sido aprobadas por el Maestro’; me rindió
homenaje y manteniéndome a su derecha, se desvaneció”.
[20] Cuando esto fue dicho, el venerable Ananda dijo al
Bienaventurado: “Sin duda, venerable Señor, ese joven dios era Anathapindika.
El hombre hogareño Anathapindika tuvo perfecta confianza en el venerable
Sariputta”.
“¡Bien, bien, Ananda! Con tu razonamiento has llegado a
la conclusión correcta. Ese joven dios era Anathapindika, nadie más”.
Eso es lo que dijo el Bienaventurado. Entonces el
Venerable Ananda quedó satisfecho y complacido con las palabras del
Bienaventurado.
NOTAS:
[1] Los Comentarios señalan que al
apego al ojo se lleva a cabo a través del deseo y la codicia; la conciencia
depende del ojo a través del anhelo y los puntos de vista. Sin embargo, puesto
que Anathapindika ya era uno entrado-en-la-corriente, la dependencia para él
solamente habría implicado el anhelo, ya que los puntos de vista habrán sido
erradicados mediante el sendero de uno que entra-en-la- corriente.
[2] Esta declaración no implica que
exista una exclusividad inherente o discriminación arbitraria en el modo de
presentar la enseñanza del Buda. Pero, como los que permanecen en la vida laica
deben cuidar de sus familias, posesiones y tienen varias ocupaciones, tales
charlas que llevan al desapego completo no habrían sido apropiadas para ellos.
FUENTE:
Ñanamoli, B. y Bodhi, B. (2001). MN143
Anathapindikovada Sutta - Advice to Anathapindika en The Middle Discourses
of the Buddha: A Translation of the Majjhima Nikaya. Boston: Wisdom Publications. Pp.
1109-1113
Traducción del inglés: Alfon
Revisión y edición: Isidatta y Federico
Publicación del Bosque Theravada 2013
Majjhima Nikaya, "Colección de los Discursos
Medianos" (del pali majjhima = "mediano")
consiste en 152 suttas, cuya extensión generalmente es menor en comparación con
Digha Nikaya pero mayor que los suttas cortos pertenecientes a los
dos nikayas siguientes. Algunos discursos de esta colección son profundos y muy
difíciles de entender, mientras que otros ilustran, con historias amenas, los
importantes puntos doctrinales, como por ejemplo, la ley del kamma.
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CUANDO MUERA por Thich Nhat Hanh
Palabras de Thay el día de su 86 cumpleaños:
Palabras de Thay el día de su 86 cumpleaños:
'Cuando muera, no quiero que construyan una estupa
y pongan mis cenizas dentro de ella.
No me gustaría. Es un desperdicio de tierra.
Pero si insisten en construir una estupa,
les dejo una linea para inscribir sobre ella:
'No hay nada aquí dentro'.
Y si continúan insistiendo,
les dejo otra línea más:
'Tampoco hay nada afuera'.
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