RESILIENCIA
http://www.rtve.es/alacarta/videos/uned/uned-resiliencia-conceptos-psicologia-positiva-03-05-13/1803053/
Resiliencia, hace referencia a una propiedad de los materiales por la cual un objeto elástico, es decir un muelle o un resorte, que es sometido a una presión o fuerza determinada, es capaz, de una vez que cesa dicha presión, recuperar su forma original.
Si trasladamos este concepto al mundo de la Psicología y de las Ciencias Sociales, nos referimos a la capacidad que tienen las personas para resistir y recuperarse, ante circunstancias adversas, bien sean éstas de carácter individual, o psicosocial.
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RESILIENCIA
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¿Qué es la
resiliencia?
Resiliencia, hace referencia a una propiedad de los materiales por la cual un objeto elástico, es decir un muelle o un resorte, que es sometido a una presión o fuerza determinada, es capaz, de una vez que cesa dicha presión, recuperar su forma original.
Si trasladamos este concepto al mundo de la Psicología y de las Ciencias Sociales, nos referimos a la capacidad que tienen las personas para resistir y recuperarse, ante circunstancias adversas, bien sean éstas de carácter individual, o psicosocial.
RESILENCIA- UNED. CONCEPTOS DE PSICOLOGIA POSITIVA
#999;background:url('http://www.rtve.es/favicon.ico') no-repeat left 2px;"><li style="display:inline;"><a href="http://www.rtve.es/alacarta/videos/uned/uned-resiliencia-conceptos-psicologia-positiva-03-05-13/1803053/" title="UNED - RESILIENCIA: Conceptos de psicología positiva - 03/05/13"><strong>UNED - RESILIENCIA: Conceptos de psicología positiva - 03/05/13</strong></a></li></ul>
TEMAS DE RESILIENCIA
RESILIENCIA –GRUPO. FACEBOOK
Pilar Surjo
de Bunes editó un documento.
OCTUBRE 2013
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La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad y lograr adaptarse
bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo.
Ser resiliente no
significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las
adversidades. La muerte de un ser querido, una enfermedad grave, la pérdida del
trabajo, problemas financiero serios, etc., son sucesos que tienen un gran
impacto en las personas, produciendo una sensación de inseguridad,
incertidumbre y dolor emocional. Aún así, las personas logran, por lo general,
sobreponerse a esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.
El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil, sino que implica un considerable estrés y malestar emocional, a pesar del cual las personas sacan la fuerza que les permite seguir con sus vidas frente la adversidad o la tragedia. Pero, ¿cómo lo hacen?
El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil, sino que implica un considerable estrés y malestar emocional, a pesar del cual las personas sacan la fuerza que les permite seguir con sus vidas frente la adversidad o la tragedia. Pero, ¿cómo lo hacen?
La resiliencia no es
algo que una persona tenga o no tenga, sino que implica una serie de conductas
y formas de pensar que cualquier persona puede aprender y desarrollar.
Características de las
personas resilientes
Las personas
resilientes poseen tres características principales: saben aceptar la realidad
tal y como es; tienen una profunda creencia en que la vida tiene sentido; y
tienen una inquebrantable capacidad para mejorar.
Además, presentan las
siguientes habilidades:
Son capaces de
identificar de manera precisa las causas de los problemas para impedir que
vuelvan a repetirse en el futuro.
Son capaces de controlar sus emociones, sobre todo ante la adversidad y pueden permanecer centrados en situaciones de crisis.
Saben controlar sus impulsos y su conducta en situaciones de alta presión.
Tienen un optimismo realista. Es decir, piensan que las cosas pueden ir bien, tienen una visión positiva del futuro y piensan que pueden controlar el curso de sus vidas, pero sin dejarse llevar por la irrealidad o las fantasías.
Se consideran competentes y confían en sus propias capacidades.
Son empáticos. Es decir, tienen una buena capacidad para leer las emociones de los demás y conectar con ellas.
Son capaces de buscar nuevas oportunidades, retos y relaciones para lograr más éxito y satisfacción en sus vidas.
Son capaces de controlar sus emociones, sobre todo ante la adversidad y pueden permanecer centrados en situaciones de crisis.
Saben controlar sus impulsos y su conducta en situaciones de alta presión.
Tienen un optimismo realista. Es decir, piensan que las cosas pueden ir bien, tienen una visión positiva del futuro y piensan que pueden controlar el curso de sus vidas, pero sin dejarse llevar por la irrealidad o las fantasías.
Se consideran competentes y confían en sus propias capacidades.
Son empáticos. Es decir, tienen una buena capacidad para leer las emociones de los demás y conectar con ellas.
Son capaces de buscar nuevas oportunidades, retos y relaciones para lograr más éxito y satisfacción en sus vidas.
El modo de pensar de las
personas resilientes
Las percepciones y los pensamientos influyen en el modo como la gente afronta el estrés y la adversidad.
Las percepciones y los pensamientos influyen en el modo como la gente afronta el estrés y la adversidad.
El estilo de
pensamiento de las personas resilientes se caracteriza por ser realista, exacto
y flexible. Cometen menos errores de pensamiento (como la exageración o sacar
conclusiones precipitadamente, sin evidencias que las corroboren) e interpretan
la realidad de un modo más exacto que las personas menos resilientes.
Los beneficios de la
resiliencia
Las personas más
resilientes:
Tienen una mejor
autoimagen
Se critican menos a sí mismas
Son más optimistas
Afrontan los retos
Son más sanas físicamente
Tienen más éxito en el trabajo o estudios
Están más satisfechas con sus relaciones
Están menos predispuestas a la depresión
Qué contribuye a que una persona sea más resiliente
Se critican menos a sí mismas
Son más optimistas
Afrontan los retos
Son más sanas físicamente
Tienen más éxito en el trabajo o estudios
Están más satisfechas con sus relaciones
Están menos predispuestas a la depresión
Qué contribuye a que una persona sea más resiliente
El apoyo emocional es
uno de los factores principales. Tener en tu vida personas que te quieren y te
apoyan y en quien puedes confiar te hace mucho más resiliente que si estás
solo.
Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.
No huir de los problemas sino afrontarlos y buscar soluciones. Implica ver los problemas como retos que puedes superar y no como terribles amenazas.
Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas, sabiendo lo que puedes exigirte y cuándo debes parar.
Confiar tanto en ti mismo como en los demás.
Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.
No huir de los problemas sino afrontarlos y buscar soluciones. Implica ver los problemas como retos que puedes superar y no como terribles amenazas.
Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas, sabiendo lo que puedes exigirte y cuándo debes parar.
Confiar tanto en ti mismo como en los demás.
Por Ana Muñoz
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RESILIENCIA
ANA ARTAZCOZ
EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGIA
La resiliencia se define como la capacidad de los seres humanos sometidos a los efectos de una adversidad, de superarla e incluso salir fortalecidos de la situación.
SOBRE RESILIENCIA
EL PENSAMIENTO DE BORIS CYRULNIK
El Dr. Cyrulnik
Es psiquiatra
etólogo.
Director de Estudios en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de Toulon.
Director de Estudios en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de Toulon.
Aldo C. Melillo
Es médico,
psicoanalista, ex secretario de Salud y Medio Ambiente de la Ciudad de Buenos
Aires, miembro del Foro Psicoanalítico de Buenos Aires y profesor de la Escuela
Argentina de Psicoterapia para Graduados. Consejero académico del máster en
Psicoanálisis de la Escuela de Psicoterapia para Graduados y de la Universidad
Nacional de La Matanza. Autor y compilador de Resiliencia. Descubriendo las
propias fortalezas y de diversos trabajos psicoanalíticos.
LA PERSONA
Nacido en Burdeos en 1937 en una
familia judía, Boris Cyrulnik sufrió la muerte de sus padres en un campo de
concentración nazi del que él logró huir cuando sólo tenía 6 años. Tras la
guerra, deambuló por centros de acogida hasta acabar en una granja de la
Beneficencia. Por suerte, unos vecinos le inculcaron el amor a la vida y a la
literatura y pudo educarse y crecer superando su pasado (www.muyinteresante.es/canales/muy_act/entrevi/entrevis29).
No es ni mucho menos gratuito que
el Dr. Cyrulnik haya indagado tan a fondo en el trauma infantil: con siete años
vio cómo toda su familia, emigrantes judíos de origen ruso, eran deportados a
campos de concentración de los que nunca regresaron. "No es fácil para
un niño saber que le han condenado a muerte". Era el típico caso
perdido, un "patito feo" condenado a llegar a la edad adulta
convertido en un maltratador, un delincuente o un tarado.
SU DESARROLLO
Su "resiliencia"
personal, su nexo de unión con la vida, fueron las personas, los libros y el
‘rugby’: -"Estudié medicina por un deseo de seguridad, de integración;
nadie duda que es porque mi familia fue deportada por lo que yo quise orientarme
hacia la psiquiatría, explorar la mente humana y dar un sentido a lo
incomprensible".
Dar un sentido a la vida es un
aspecto inescindible del proceso resiliente.
Boris Cyrulnik se transformó en
un neuropsiquiatra, psicoanalista y estudioso de la etología, siendo uno de los
fundadores de la etología humana.
LA RESILIENCIA Y LA
PSICOLOGÍA
La resiliencia se define
como la capacidad de los seres humanos sometidos a los efectos de una
adversidad, de superarla e incluso salir fortalecidos de la situación.
Uno de los mayores aportes de
nuestro autor, gira alrededor de colocar el concepto de resiliencia en una
relación privilegiada con la psicología. Para Cyrulnik, la diferencia entre las
escuelas psicológicas norteamericana y latina (europea y, agregamos,
latinoamericana), reside precisamente en la aceptación de la
"resiliencia". En la escuela estadounidense apenas se da crédito a
éste concepto, que para Boris Cyrulnik está empíricamente demostrado, a través
de múltiples experiencias (http://elmundolibro.elmundo.es/elmundolibro/2003/10/01/no_ficcion).
En "Algunos fundamentos
psicológicos del concepto de resiliencia" (En “Resiliencia –
Descubriendo las propias fortalezas”, Aldo Melillo y Néstor Suárez Ojeda
(comp.), Buenos Aires, Paidós, 2001, Pág. 83 y sig.), antes de entrar en
contacto con el pensamiento de Cyrulnik, planteamos con las Lic. Mirta
Estamatti y Alicia Cuestas, como se podía justificar el desarrollo de los
pilares de la resiliencia (a partir de su descripción por Edith Grotberg) desde
una perspectiva psicológica, puntualizando la necesidad del "otro"
humano para que todos y cada uno de los pilares se construyeran en la
trayectoria histórica del sujeto. Esto facilita la comprensión de qué significa
la promoción de esos pilares, dando pistas seguras para analizar programas
educativos, sociales y de salud. Además, vinculábamos el concepto de
resiliencia con el de salud mental, en el sentido de la semejanza o
coincidencia de las acciones promotoras de resiliencia con las que tratan de
desarrollar la salud mental. Desde el punto de vista de la resiliencia el
aspecto quizás más especial y original es el énfasis de la necesidad del otro
como punto de apoyo para la superación de la adversidad.
Entre las múltiples experiencias
que justifican el concepto de la resiliencia, Boris Cyrulnik (http://elmundolibro.elmundo.es/elmundolibro/2003/10/01/no_ficcion) explica cómo un alumno suyo realizó un estudio
comparativo de lo que ocurría durante la guerra del Líbano en Beirut y en
Trípoli: Mientras Beirut fue la ciudad más cruelmente bombardeada, con más
muertes y meses de asedio, los estudios sobre el terreno demostraron que en
Beirut los niños presentaban mucho menos casos de síndrome post- traumático que
en Trípoli, que estuvo más tranquila. La explicación: la propia situación de
Beirut hizo que aumentase la solidaridad y el contacto en las familias mientras
que en Trípoli los niños estaban sufriendo simple y llanamente abandono
afectivo.
Los huérfanos rumanos con los que
trabajaron tras la caída de Ceaucescu, pasaron de ser autistas a poder estudiar
una carrera o formar una familia, tras un programa de hogares de acogida. Más
sorprendente fue el polémico estudio sobre los chicos con problemas de abuso en
el seno familiar, en los que se comprobó, que el trauma no venía del hecho en
sí del abuso, sino de la falta de afectos en el trato familiar diario.
LAS CLAVES DE LA
RESILIENCIA: EL OXÍMORON
Así, la clave reside en los
afectos, en la solidaridad, y éstos en el contacto humano.
Por muy grave que sea lo que haya
sufrido un niño, la psique se revela tan flexible, que con los ingredientes del
contacto humano, el entendimiento, la palabra, se puede volver "a
flote". Boris Cyrulnik explica que ha elegido éstos casos extremos porque
son más fáciles para visualizar el problema, pero la resiliencia (y el trauma)
no tiene fronteras de nacionalidad o condición y preguntado por si hay alguna
edad tope, respondió riendo: "Hasta los 120 años, en Toulon estamos
trabajando con mayores enfermos de Alzheimer, que olvidan las palabras, pero no
los afectos, los gestos, ni la música".
Boris Cyrulnik (Cyrulnik, Boris, “La
maravilla del dolor”, Barcelona Granica, 2001) ha realizado aportes
sustantivos sobre las formas en que la adversidad hiere al sujeto, provocando
el estrés que generará algún tipo de enfermedad y padecimiento. En el caso
favorable, el sujeto producirá una reacción resiliente que le permita superar
la adversidad. Su concepto de "oxímoron", que describe la escisión
del sujeto herido por el trauma, permite avanzar aún más en la comprensión del
proceso de construcción de la resiliencia, a la que le otorga un estatuto que
incluye entre los mecanismos de defensa psíquicos, pero, aclara, más
concientes. Estos corresponderían en realidad a los mecanismos de
desprendimiento psíquicos, descriptos por Edward Bibring (Birbring, Edward, "The
conception of the repetition compulsion", Psycoanalitic Quaterly,
vol XII, N° 4, 1943.), que a diferencia de los mecanismos de defensa, apuntan a
la realización de las posibilidades del sujeto en orden a superar los efectos
del padecimiento.
En la visión de Cyrulnik la
resiliencia significa un mensaje de esperanza "porque en psicología nos
habían enseñado que las personas quedaban formadas a partir de los cinco años.
Los niños mayores de esa edad que tenían problemas eran abandonados a su
suerte, se les desahuciaba y, efectivamente, estaban perdidos. Ahora las cosas
han cambiado: sabemos que un niño maltratado puede sobrevivir sin traumas si no
se le culpabiliza y se le presta apoyo". La historia explica el
presente pero nunca cierra el futuro.
Cyrulnik plantea que "todo
estudio sobre resiliencia debería trabajar tres planos principales:
La adquisición de recursos
internos que se impregnan en el temperamento, desde los primeros años, en el
transcursos de las interacciones precoces preverbales, explicará la forma de
reaccionar ante las agresiones de la existencia, ya que pone en marcha una
serie de guías de desarrollo más o menos sólidas.
La estructura de la agresión
explica los daños provocados por el primer golpe, la herida o la carencia. Sin
embargo, será la significación que ese golpe haya de adquirir más tarde en la
historia personal del magullado y en su contexto familiar y social lo que
explique los devastadores efectos del segundo golpe, el que provoca el trauma (sobre
esta idea reconocía la autoría de Anna Freud).
Por último, la posibilidad de
regresar a los lugares donde se hallan los afectos, las actividades y las
palabras que la sociedad dispone en ocasiones alrededor del herido, ofrece las guías
de resiliencia que habrán de permitirle proseguir un desarrollo alterado por la
herida.
Este conjunto constituido por un
temperamento personal, una significación cultural y un sostén social, explica
la asombrosa diversidad de los traumas" (Cyrulnik, Boris, “Los patitos
feos”, Barcelona, Gedisa, 2002. (páginas 26 y 215).). Él dice: "Imagínese
que un niño ha tenido un problema, que ha recibido un golpe, y cuando le cuenta
el problema a sus padres, a éstos se les escapa un gesto de disgusto, un
reproche. En ese momento han transformado su sufrimiento en un trauma ".
SU PENSAMIENTO
CRÍTICO
Es muy importante mencionar la
filosa crítica social que el autor francés desarrolla a partir de la
utilización que hace del concepto de resiliencia. Por ejemplo, cuando afirma
como "en el contexto cultural de los hospitales psiquiátricos de los
años 1940, se hablaba mucho de la lucha por la vida, de la selección de los más
fuertes, es decir, de la eliminación de los más débiles. El amontonamiento de
120.000 enfermos mentales, las restricciones alimenticias, la ausencia de
cuidados y la intención anunciada de eliminar a aquellos que contaminaban la
raza facilitaron las decisiones insidiosas que hicieron pasar la mortalidad
habitual de esos extraños hospitales de 6,88% en 1938 a 26,48% en 1941. (…)
Pero los 40.000 enfermos que desaparecieron no dejaron huellas, ni escritos de
relatos. Los horrores que contaban cuando podían testimoniar eran considerados
como horribles delirios, pero la que estaba loca era la sociedad. Esos enfermos
murieron en silencio que era lo que se deseaba después de la guerra, cuando se
quiso reconstruir la nación sin arreglar las cuentas con el pasado".
Su conclusión es que muchas veces la conducta social se resume en esta frase:
"Usted que ha sufrido
tanto, díganos lo que pasó. Pero sólo tiene derecho a decir lo que queremos
escuchar". (…) La cuestión
es: ¿qué van a hacer con sus heridas? ¿Someterse y emprender carreras de
víctimas que darían buena conciencia a quienes vuelen en su auxilio? ¿Vengarse
exponiendo sus sufrimientos para culpabilizar a los agresores o a aquellos que
se negaron a ayudarles? ¿Sufrir a escondidas y convertir sus sonrisas en
máscaras? ¿Reforzar la parte sana de ustedes con el fin de luchar contra las
magulladuras y volverse humanos a pesar de todo?" En esto último está
la esencia de la resiliencia.
Hoy en día la profundización y la
cronificación del proceso de exclusión social en una sociedad cada vez más
inequitativa, desafían la capacidad de los sistemas sociales, educativos y de
salud para enfrentar tanta injusticia social. En ese marco de dolor social
exacerbado, la promoción de la resiliencia se vuelve una necesidad y una
obligación.
Yolanda Gampel (Gampel, Yolanda,
"El dolor de lo social", Psicoanálisis, Asociación Psicoanalítica
de Buenos Aires, Vol. XXIV, N° 1 y 2.) estudia el problema del dolor social
definido como "el padecer que se origina en las relaciones humanas como
conjunto" (Freud decía que de las tres causas de sufrimiento humano:
los desastres de la naturaleza, el propio cuerpo o las relaciones con los
otros seres humanos, esta última era la causa más frecuente e importante).
Plantea la existencia en el sujeto de un "sustrato de seguridad"
derivado de una base emocional equilibrada, posibilitada por un marco familiar
y social estables. Son los padres o cuidadores sustitutos, como mediadores con
el medio social, los que ayudan a su constitución a través de una acción
neutralizadora de los estímulos amenazantes. Se trata de lo que Bowlby y
Ainsworth llaman una relación de apego seguro y al mismo se remite
Cyrulnik para caracterizarlo como una base para la construcción de resiliencia,
aún cuando admite que una base insegura se puede corregir con buenas
experiencias futuras.
La violencia social que fractura
la continuidad existencial, haciendo que lo familiar (heimlich) se
vuelva no familiar (unheimlich o siniestro), provoca una sensación de
amenaza o trauma que genera en el sujeto otra estructura que llamamos el "sustrato
de lo siniestro".
Se puede diferenciar asimismo,
entre el contacto con una agresión social terrible y brutal, y el contacto con
la agresión existencial que "trabaja y nos trabaja dentro de cada uno de
nosotros". En el caso de los sometidos a una violencia brutal, el
"sustrato de lo siniestro" no puede asimilarse o integrarse dentro de
la estructura de seguridad existente hasta entonces.
Sin embargo cuando la violencia
que "trabaja y nos trabaja" existencialmente es del orden de la
pobreza, la exclusión o la desocupación, por ejemplo, con los grados de
humillación constantes y repetidos que el sujeto debe soportar, también produce
un fenómeno de asimilación imposible y de coexistencia de ambos sustratos.
En estos casos el sustrato de lo
siniestro convive con el sustrato de seguridad y la persona se ve forzada a
soportar un mundo escindido y con un yo también escindido que le permite negar
lo siniestro para sostener la continuación de su existencia o simplemente
sobrevivir, manteniendo a raya el resultado del trauma. Por este camino
entramos en el territorio de la resiliencia.
Si la resiliencia
constituye un proceso de entramado entre lo que somos en un momento dado, con
los recursos afectivos presentes en el medio ecológico social, la falencia de
esos recursos puede hacer que el sujeto sucumba, pero si existe aunque sea un
punto de apoyo, la construcción del proceso resiliente puede realizarse (Cyrulnik).
LA PSICOLOGÍA DEL
OXÍMORON
Boris Cyrulnik (Cyrulnik, Boris,
“La maravilla del dolor”, Barcelona, Granica, 2001) utiliza para
entender el fenómeno de la resiliencia el concepto de "oxímoron",
que es una figura de la retórica que consiste en reunir dos términos de sentido
opuesto para generar un nuevo significado: la "oscura claridad", un
"maravilloso sufrimiento", el "sol negro" de la melancolía.
"Hay que ver el
problema desde sus dos caras. Del exterior, la frecuencia de la resiliencia
prueba que es posible recuperarse. Del interior del sujeto, estar
estructurado como un oxímoron revela la división del hombre herido, la
cohabitación del Cielo y el Infierno, la felicidad en el filo de la
navaja".
"No se trata de
la ambivalencia que caracteriza un movimiento pulsional donde se expresan
sentimientos opuestos de amor y odio hacia una misma persona. El oxímoron revela
el contraste de aquel que, al recibir un gran golpe, se adapta dividiéndose. La
parte de la persona que ha recibido el golpe sufre y produce necrosis, mientras
que otra parte mejor protegida, aún sana pero más secreta, reúne, con la
energía de la desesperación, todo lo que puede seguir dando un poco de
felicidad y sentido a la vida".
"La felicidad
existe únicamente en la representación mental, por tanto es siempre fruto de la
elaboración. Es algo a trabajar. Y ella se construye en el encuentro con el otro".
La escisión del yo no se sutura,
permanece en el sujeto compensada por los recursos yoicos que se enuncian como
pilares de la resiliencia: Autoestima consistente, independencia,
capacidad de relacionarse, sentido del humor, moralidad, creatividad, iniciativa
y capacidad de pensamiento crítico. Con algo de todo eso más el soporte
de otros humanos que otorgan un apoyo indispensable, la posibilidad de
resiliencia se asegura y el sujeto continúa su vida (Melillo, Aldo, "Realidad
social, psicoanálisis y resiliencia", en Resiliencia y
subjetividad, Melillo A., Suárez Ojeda, N. y Rodríguez, D. (comp.), Buenos
Aires, Paidós, 2004, pag. 71).
Podríamos decir que
el concepto de oxímoron es equivalente al concepto de Freud de la escisión del
Yo en el proceso defensivo: tal como lo describió inicialmente en los casos de fetichismo,
frente al trauma psíquico de la amenaza de castración, el sujeto se escinde
para poder continuar la satisfacción de sus pulsiones por una parte (un poco de
felicidad y sentido de la vida), mientras a otro nivel sufre la continua acción
de la amenaza recibida que sabe real y posible. Luego fue ampliando la
aplicación de este tipo de defensa en las psicosis y neurosis, y aún en la vida
"normal". Zuckerfeld (Zuckerfeld, Rubén, "Psicoanálisis actual:
tercera tópica, interdisciplina y contexto social", presentado en el
III Congreso argentina de Psicoanálisis y II Jornada Interdisciplinaria,
Córdoba, 1998.) va más allá y plantea la escisión como un hecho fundante del
aparato psíquico, como una condición del ser humano, y la incluye en su
descripción de una tercera tópica.
Se trata entonces, en ambas
perspectivas, de cómo el sujeto sobrelleva la adversidad construyendo una
salida vital para superar el trauma, produciendo una modificación de su yo, la
escisión, con el auxilio de la denegación.
Para Cyrulnik (Op. Cit.), cuando
en la historia del sujeto ocurre un hecho exterior que le inflige una herida,
ésta impregna el cuerpo y la memoria. El oxímoron se vuelve característico de
la personalidad herida pero resistente, que porta su parte sufriente pero puede
ser feliz a pesar de todo. Describe una patología del vínculo del sujeto con el
mundo que habrá que restablecer, por eso un otro humano es
indispensable.
El trauma puede ser el punto de
partida de una estructuración neurótica o psicótica, pero también un punto de
llegada en cuanto a generar una fuerte y útil estructura defensiva. La
construcción del sistema psíquico incluye, y no como algo accesorio, el sistema
de las defensas del Yo.
TRAUMA Y PRUEBA –
BIENESTAR Y FELICIDAD
"Hay que
distinguir entre trauma y prueba. Para hablar de trauma, es necesario haber
muerto. No crean que es una imagen, es real. La gente traumatizada dice: 'No
estoy segura de estar viva. He regresado del infierno y vuelto a la vida'.
Algunos incluso dicen: 'La salida de los campos de la muerte no es el retorno a
la vida. No soy un sobreviviente sino un retornado, un fantasma', lo que
implica el curioso pensamiento de 'mientras más envejezco, más me alejo de la
muerte'".
"Mucha gente
sufre traumas y todo el mundo debe soportar pruebas. Pero en la prueba seguimos
siendo nosotros mismos. No estamos muertos ni desgarrados. Frente a una prueba,
pienso: 'He perdido mi trabajo. ¿Qué voy a hacer?'; 'Ella me abandonó. Siento
una profunda pena, pero pienso que ella es una loca por haber dejado ir a un
hombre como yo. Peor para ella'. Nos defendemos como podemos y seguimos siendo
nosotros mismos" (http://resiliencia.cl/opinexp/).
"Entonces la
felicidad no es fatal, como tampoco lo es la desgracia. Se puede aprender a
modificar estos sentimientos".
"El bienestar es
físico. Uno se siente bien cuando todas sus necesidades están cubiertas. Se
trata de una sensación inmediata. La felicidad, en cambio, es el resultado de
una representación, de una esperanza, de un proyecto de existencia y se
construye siempre en el encuentro con el otro. Para ilustrar esta diferencia,
siempre cuento la historia de los picapedreros: paseo por un camino y veo a un
hombre que está picando piedras. Hace muecas y sufre. Me explica que su oficio
es idiota y que el trabajo muscular le hace mal. Más allá, un segundo
picapedrero parece más apacible. Golpea tranquilamente la piedra y me dice que
es un oficio al aire libre y que le basta para ganarse la vida. Un poco más
allá, un tercer hombre pica piedras en éxtasis. Está radiante y sonríe. Me
explica que el hecho de picar piedras lo hace muy feliz porque piensa que está
construyendo una catedral. Aquellos que tienen una catedral en su cabeza son
felices, aquellos que se contentan con lo inmediato sienten bienestar y
aquellos que se desesperan por no tener otro oficio son desdichados. El gesto
es igual en los tres casos pero es el significado del gesto lo que los vuelve
felices o desdichados".
Sin embargo, el pensamiento de
Cyrulnik no es utópico, no dice que la felicidad es fácil de alcanzar sino
solamente que es posible. El precio puede ser alto pero los que no lo intentan
lo pagan más caro. Para el sujeto si la herida es demasiado grande, si nadie
sopla sobre las brasas de resiliencia que aún quedan en su interior, será una
lenta agonía psíquica.
"Los drogadictos
confunden la felicidad con el bienestar momentáneo. El 'flash' de la droga les
da una sensación de bienestar que se apaga de inmediato y los desespera, en
tanto los que tienen un proyecto trascienden la realidad" (http://resiliencia.cl/opinexp/).
"Una infelicidad
no es nunca maravillosa. Es un fango helado, un lodo negro, una escara de dolor
que nos obliga a hacer una elección: someternos o superarlo. La resiliencia
define el resorte de aquellos que, luego de recibir el golpe, pudieron
superarlo".
LA RESILIENCIA COMO
TRAMA CON EL OTRO, CON EL ENTORNO SOCIAL
La resiliencia se teje: no hay
que buscarla sólo en la interioridad de la persona ni en su entorno, sino entre
los dos, porque anuda constantemente un proceso íntimo con el entorno social.
Esto elimina la noción de fuerza o debilidad del individuo; por eso en la
literatura sobre resiliencia se dejó de hablar de niños invulnerables.
Tiene contactos con la noción de
apuntalamiento de la pulsión. Como dice Freud (Freud, Sigmund, (1914)”Introducción
al narcisismo”, OC, Buenos Aires, Amorrortu, 1976, Vol. 14.) "la
libido sigue los caminos de las necesidades narcisistas y se adhiere a los
objetos que aseguran su satisfacción". La madre que es la primera
suministradora de satisfacción de las necesidades del niño, es el primer objeto
de amor y también de protección frente a los peligros externos; modera la
angustia, que es la reacción inicial frente a la adversidad traumática, en
grado o medida aún mínima.
Ya mencionamos la necesidad de
que el niño desarrolle un apego seguro como base de su futura resiliencia. En
esto iba un reconocimiento de Boris Cyrulnik para quien él nombra como uno de
sus maestros, John Bowlby y sus enseñanzas sobre la teoría del apego.
Esta condición inicial del sujeto
sigue existiendo toda la vida, por eso durante toda la vida es fundamental otro
humano para superar las adversidades mediante el desarrollo de las fortalezas
que constituyen la resiliencia. En síntesis, el proceso de apuntalamiento de
la pulsión lleva al otro humano y evita el atrapamiento en el mortífero
solipsismo narcisista.
En la resiliencia, que atiende
los efectos del estruendo más exterior, el Yo que lo padece, debe de todos
modos gobernar la conmoción emocional. El estrés participa en el choque cuando
la emoción sacude el organismo bajo el efecto de los golpes venidos de las
agresiones sociales o del espíritu de los demás. Con frecuencia el estrés es
crónico, y su efecto insidioso altera el organismo y el psiquismo que no toma
conciencia.
Sin embargo, siempre la
autoestima, con la ayuda y la mirada de los demás, puede ser reorganizada y
reelaborada por medio de nuevas representaciones, acciones, compromisos o
relatos. Es discutible si el concepto de resiliencia pertenece a la familia de
los mecanismos de defensa del yo. Quizás se deba recurrir al poco usado concepto
de mecanismos de desprendimiento del yo, introducido por E. Bibring (Op. cit.),
que "no tienen por finalidad provocar la descarga (abreacción) ni
hacer que la tensión deje de ser peligrosa (mecanismo de defensa). Sin
negar que durante el proceso se producen fenómenos de abreacción en pequeñas
dosis", se trata de operaciones yoicas que apuntan a dispersar las
tensiones dolorosas en otros complejos de pensamientos y emociones con efectos
compensatorios; o bien, como en el trabajo de duelo, generan el desprendimiento
de la libido del objeto perdido para transferirla a otros. Un tercer modo es la
familiarización con el peligro para poder superarlo en forma contrafóbica.
Lagache (Lagache, Daniel, "Psychanalise et structure de la personnalité,
en La Psychanalise”, Vol. 6, 1958.) siguiendo a Bibring, señala el paso
de la repetición a la rememoración pensada y hablada. Para él, las operaciones
de desprendimiento del yo permiten neutralizar la operación defensiva
(inconsciente). Para el psicoanálisis serían mecanismos más propios de la
cura que de la enfermedad; desde el punto de vista de la resiliencia
constituyen la posibilidad de una continuidad de la vida en aceptables
condiciones de salud mental.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA
RESILIENCIA
No se puede abstraer el modo
concebir por nuestro autor francés la construcción de la resiliencia de su
concepción etológica del ser humano. Cuando dice acerca de la construcción de
la resiliencia que "la genética tendrá algo que decir, pero que las
interacciones precoces hablarán mucho más, mientras que las instituciones
familiares y sociales contendrán lo esencial del discurso" (Cyrulnik,
Boris, “La maravilla del dolor”, Barcelona, Granica, 2001, pag. 193),
podríamos traducirlo a otras palabras suyas: "A priori, antes de
hablar, es preciso que el desarrollo de mi cerebro humano esté correctamente
programado; es necesario que mis ojos se encuentren con una figura de apego
para suscitar en mí las ganas de hablar, y que me impregne el baño lingüístico
social de los adultos que me rodean. (…) El habla ya no pertenece al cielo,
sino que tiene su origen en el cuerpo, en lo afectivo y en lo social" (Cyrulnik,
Boris, “Del gesto a la palabra”, Barcelona, Gedisa, 2004, pag. 110).
Cyrulnik pone así en valor el
carácter social de cada ser humano, cuya individualidad se construye en un
campo de tensiones afectivas estructurado por palabras. Pero que en términos de
la resiliencia las posibilidades de reestructuración no cesan nunca. Por eso
acomete la posibilidad de trabajar con pacientes que padecen el mal de
Alzheimer e insiste en que la mente de un niño, de una persona, es como un
submarino que aguanta toneladas y toneladas de presión sin romperse y siempre (mientras
hay vida) puede volver a flote. Para él "no hay herida que no sea
recuperable. Al final de la vida, uno de cada dos adultos habrá vivido un
traumatismo, una violencia que lo habrá empujado al borde de la muerte. Pero
aunque haya sido abandonado, martirizado, inválido o víctima del genocidio, el
ser humano es capaz de tejer, desde los primeros días de su vida, su
resiliencia, que lo ayudará a superar los shocks inhumanos. La resiliencia es
el hecho de arrancar placer, a pesar de todo, de volverse incluso
hermoso".
EL MURMULLO DEL
PASADO EN LA INTIMIDAD DEL ADOLESCENTE
"El Murmullo de los
Fantasmas" es un libro de Boris Cyrulnik que se centra en la
adolescencia, esa compleja y crítica etapa de la vida en la que aflora con
fuerza la sexualidad en un cuerpo que se transforma y pasa a ser adulto, la identidad
se constituye como una búsqueda fundamental donde los pares juegan un rol
importante, el deseo de autoafirmación pone en conflicto la autoridad en
general, no sólo la paterna, y se vuelve perentorio encontrar nuevos sentidos a
una vida que se llena de incertidumbres.
En esta circunstancia el pasado
de la infancia del sujeto retorna como un murmullo fantasmal que lo obliga a
poner los hechos y emociones en el modo de una narración a la que él mismo le
va dando sentido. Para que exista un trauma debe darse dos veces la experiencia
traumática: la primera en la realidad y la segunda en la representación. Es en
relación a ésta donde puede instalarse el trabajo de la resiliencia. El
adolescente la busca; primero en la familia y si ahí no la encuentra será con
sus pares, con un docente o cualquier adulto significativo que juegue como
tutor de su desarrollo resiliente. Con un entorno adecuado afectivamente que
respalde su socialización, el adolescente puede rememorar sus experiencias
traumáticas y ubicarlas en un relato positivo de su vida. Los fantasmas quedan
conjurados.
LOS TUTORES DE
RESILIENCIA
"Un tutor de resiliencia
es alguien, una persona, un lugar, un acontecimiento, una obra de arte que
provoca un renacer del desarrollo psicológico tras el trauma. Casi siempre se
trata de un adulto que encuentra al niño y que asume para él el significado de
un modelo de identidad, el viraje de su existencia. No se trata necesariamente
de un profesional. Un encuentro significativo puede ser suficiente. (…) Muchos
niños comienzan a aprender en el colegio una materia porque les agrada el
profesor. Pero cuando, veinte años después, uno le pide al profesor que
explique la causa del éxito de su alumno, el educador se subestima y no
sospecha hasta que punto fue importante para su alumno" (http://resiliencia.cl/opinexp/).
Cuando comienza a contar su vida,
Tim Guénard (Guénard, Tim, “Más fuerte que el odio”, Barcelona, Gedisa,
2003 y en “El realismo de la esperanza – testimonios de experiencias
profesionales en torno a la resiliencia”, Barcelona, Gedisa, 2004, "La
encarnación de la resiliencia", página 71.) nos dice que
"cuando se habla de hermosas casas o de coches viejos, siempre se cuenta
bellamente su reconstrucción. Pero cuando se ve a un niño que se agrieta, a un
adulto que se derrumba, la gente se plantea tantas preguntas que ya ni siquiera
se atreve a hacer cosas muy simples: mirar con amabilidad, tocar o hacer
compañía".
Fue abandonado por su madre. La
única imagen que le quedó de ella es alejándose, de espaldas, con unas botas
blancas. A él lo dejaba atado a un poste de luz en una ruta. Golpeado por su
padre alcohólico, despreciado por su madrastra y sus hijos que lo confinaban en
la "cucha" del perro a la intemperie. La última golpiza del padre con
un palo y lanzándolo a un sótano lo deja con múltiples fracturas, un ojo
reventado y un oído estallado. Despierta del coma de tres días en un hospital
donde pasa tres años, curándose y volviendo a poder caminar. De un orfanato
donde su aspecto físico no da la medida para que sea adoptado, es entregado,
junto con otros niños, a una "nodriza" que también lo maltrata,
previo paso por un hospicio para enfermos mentales donde lo envía una médica
simplemente por sus antecedentes. Otro médico percibió varios meses después que
no era loco. Termina en un duro correccional donde se lo rotula y estigmatiza
como un niño "descarriado". Se transformó en una persona de riesgo,
"echado a perder" y por lo tanto, "irrecuperable". Esas
palabras dirigidas al niño, renovaban las violencias vividas. Su única
esperanza era llegar a matar al padre, eso lo mantenía con vida.
Fue ladrón, huyó de las
instituciones en que lo internaban y llegó a París. Allí se encontró con dos
jóvenes que le dieron una acogida amistosa, lo ayudaron, pero lo introdujeron
un poco más en el delito: fue "chulo de putas" (les robaban a las
prostitutas lo que ganaban) y "gigoló en Montparnasse" (eran elegidos
por mujeres acaudaladas en un café de moda).
Finalmente se encontró con una
jueza (cumplía su viejo deseo de tener una madre) que lo hizo pasar a su
despacho y empezó a hablar con él, le prestó atención y finalmente le consiguió
trabajo en un taller de escultura. Nadie daba mucho por su duración en el
trabajo y a su profesor principal, que hacía diseño industrial, enojado porque
rechazó un trabajo suyo, le rompió todos los dibujos del año. El profesor paso
de largo del suceso y durante dos años y medio le enseñó geometría, tecnología,
dibujo industrial, etc. Dice Tim: "soñé con tener un padre como
él". El diploma que finalmente obtuvo se lo regaló a la
"jueza-madre" que le dio la posibilidad de lograrlo.
Luego se encontró con un cura que
atendía discapacitados. Se sorprendió al verse querido por esos chicos y se
dedicó a su cuidado. Finalmente, sorprendido al conocer a los
"extraterrestres", el grupo de creyentes que circulaba alrededor del
cura, terminó por hacerse cristiano.
"He aquí el
resumen de todo esto: crecí queriendo matar a mi padre. Pues bien, ahora quiero
a mi padre. Si hoy soy un hombre feliz, con una mujer, cuatro hijos y amigos,
no puedo ser lo que soy sin todo mi pasado. Cuando antes se decía que no era
nada, sentía vergüenza. Cuando voy a la cárcel a visitar a los prisioneros, con
frecuencia me dicen lo mismo: que se sienten "torcidos" –no es grave:
imagínense que tuviéramos que arrancar de cuajo, en la Tierra entera, todo lo
que esté torcido; dejaríamos de tener vino, aceite de oliva, frutas. Para las
cosas torcidas se pone un tutor para que puedan dar frutos-; que se sienten
"podridos" – fíjate, una manzana podrida, la tiras y quedan las
pepitas. ¿Y que hay después de las pepitas? Un nuevo árbol que crece, y del
árbol nuevo, nuevos frutos". Tim Guenard con esos
antecedentes que pronosticaban un destino funesto para su vida, llegó a
encontrar los tutores de resiliencia necesarios para terminar siendo coautor de
Boris Cyrulnik, entre otros, de "El realismo de la esperanza".
EL MOMENTO DE LA
RESILIENCIA
Cuando se habla de resiliencia se
plantea de inmediato su aplicación en el plano social, de salud o educativo a
las poblaciones más desfavorecidas por una sociedad que genera pobreza,
inequidad, exclusión, delincuencia, enfermedades de todo tipo. Pero entonces
surge la sospecha. El fomento de la resiliencia en las poblaciones cadenciadas,
¿no es funcional al sistema de injusticia social que predomina?, ¿no es un
parche que hace olvidar la necesidad las estructuras sociales que generan la
injusticia?, ¿no estamos postergando indefinidamente su solución?, ¿se trata
sólo de modificar al yo del sufriente, dejando intactos los discursos
legitimadores de estructuras de poder que siguen generando injusticia, maltrato
e infelicidad?
Nada más lejos del pensamiento de
muchos de quienes trabajamos con el concepto de resiliencia. Precisamente Boris
Cyrulnik ha marcado con mucha precisión la ubicación de la resiliencia entre
los diferentes quehaceres de una sociedad y lo dice así: "Cuando un
niño sea expulsado de su hogar como consecuencia de un trastorno familiar,
cuando se le coloque en una institución totalitaria, cuando la violencia del
estado se extienda por todo el planeta, cuando los encargados de asistirle lo
maltraten, cuando cada sufrimiento proceda de otro sufrimiento, como una catarata,
será conveniente actuar sobre todas y cada una de las fases de la catástrofe:
habrá un momento político para luchar contra esos crímenes, un momento
filosófico para criticar las teorías que preparan esos crímenes, un momento
técnico para reparar las heridas y un momento resiliente para retomar el curso
de la existencia" (Cyrulnik, Boris, “Los patitos feos”,
Barcelona, Gedisa, 2002.( páginas 26 y 215).).
CUESTIONES
PARA REFLEXIONAR
1- ¿Mantengo un
cierto equilibrio emocional en los vaivenes de la vida?
2- ¿Veo las
dificultades sólo como un "marrón" o como una posibilidad de
aprender, de mejorar, de hacerme más fuerte?
3- ¿Me quedo
anclado o encuentro nuevas formas de satisfacer mis necesidades del momento?
4- ¿Cómo interpreto
lo que me pasa? ¿Cuánta importancia le doy?
5- ¿Me veo a mí
mismo como alguien capaz de superar los momentos adversos o como alguien
frágil e inseguro?
6- ¿Quién es el
responsable de lo que me pasa en la vida? ¿Los demás, el mundo, Dios, yo...?
7- ¿Puedo encontrar
caminos alternativos y probar formas diferentes de actuar?
Ana Artázcoz Colomo
“EDUCAR LA RESILIENCIA |
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BLOG SOBRE RESILIENCIA
http://disparefuturo.wordpress.com/de-qu-va-este-blog/
F. Javier Romeu Soriano
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BLOG SOBRE RESLILIENCIA INFANTIL
http://resilienciainfantil.blogspot.com.es/
Concepcion Martínez Vázquez
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http://www.centroexil.org/
WEB- CENTROEXIL
atención médica psico-social para víctimas de violencia, tortura y violación de derechos humanos
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http://www.addima.org/
ADDIMA
Asociación para la promoción y desarrollo de la Resiliencia
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Partly Cloudy 5.50
FilmSoundMarta
VIDEO DE LA CIGÜEÑA Y LA NUBE-
Publicado el 04/05/2012
This is a sound
postproduction school project. I created my own soundtrack to this short movie
from Pixar by recording amateur actors, creating new sound effects, choosing
and editing music.
Music taken from:
"Horton Hears a Who" - John Powell
"Ice Age 2 - The Meltdown" - John Powell
This video is published only for nonprofit, educational purposes.
Music taken from:
"Horton Hears a Who" - John Powell
"Ice Age 2 - The Meltdown" - John Powell
This video is published only for nonprofit, educational purposes.
This was
really good!!!!!!!!!! Cute and touching.
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Complete Life Cycle of the Monarch Butterfly 4.33 MIN
CICLO COMPLETO DE LA
MARIPOSA MONARCA
The entire lifecycle of the Monarch butterfly from a tiny caterpillar
hatching from an egg on a Milkweed leaf through metamorphosis to become a
glorious adult butterfly. Filmed utilizing high powered microscopic cameras and
time-lapse photography. Produced for the
Chicago Nature Museum in Chicago, IL.
Hermoso video sobre la
transformación de la Mariposa Monarca desde capullo o crisálida.
http://www.youtube.com/watch?v=7AUeM8MbaIk
http://www.youtube.com/watch?v=7AUeM8MbaIk
Monarch Butterfly Life Cycle- 4.15 min
Time lapse video of the lifecycle of a Monarch or Wanderer Butterfly
taken in New South Wales, Australia. If any one knows the name of the sticky
stork that the chrysalis uses to attach at the end of the video I'd be keen to
know
I'll Fly Away (Soundtrack Version (O
Brother, Where Art Thou?))" Artista
Gillian Welch, Alison Krauss
Gillian Welch, Alison Krauss
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germinación de un árbol de roble a los largo de 8 meses editado.
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